Por Luis David Duque
Cada día escucho más que tenemos que reinventarnos. La verdad no me gusta esta palabra, pero tengo que ser sincero, cuando recuerdo el despido de los médicos del hospital transitorio de Corferias y la violación de la medida de cuarentena por Claudia, el juzgamiento mediático sobre los mandatarios locales en su acción respecto a la emergencia y las abruptas decisiones del fiscal Barbosa contra el gobernador de Antioquia o los rifirrafes en muros y trinos sobre la propuesta de “hipoteca inversa” del gobierno nacional y el silencio vicepresidencial de la “tragedia” de su hermano; creo que no queda de otra, ¡Nuestro país necesita reinventarse!
Muchos en las noches de cuarentena salimos a nuestras puertas, ventanas o balcones a vitorear, aplaudir y sonar cuanto elemento genere ruido, en agradecimiento a los profesionales de la salud, quiénes son los héroes en esta historia del Covid-19. Pero al mismo tiempo, los burócratas bogocentristas de turno cancelan los contratos de nueve funcionarios de la salud en Bogotá, porque la noche del 26 de mayo en medio de su estrés, aburrimiento o descanso, decidieron hacer, lo que por recomendación en el Estado colombiano llaman “pausas activas”. Mientras que un mes antes, el 18 de abril, la nueva heroína de la política colombiana, la alcaldesa de Bogotá, la de los números más altos en contagio, infectados en UCI y muertes por Covid, a la que se le salió de las manos Corabastos, los venezolanos y los vendedores ambulantes, la que sigue pensando que la reactivación económica estará como última decisión, sí, la misma que hoy aparece con unos números de favorabilidad ilógicos frente a una realidad desalentadora… ella violaba las medidas dispuestas por el Gobierno Nacional y en su caso impuestas por ella misma, saliendo a mercar con su pareja en tiempos de cuarentena. Pero a ella solo le bastó un comparendo policial y unas excusas en un trino y cuento acabado. Cabe recordar que la máxima autoridad de Bogotá, esa que violó claramente la ley y a la que no le pasó nada, es la misma que despidió a esos jefes de enfermería, camilleros, auxiliares y trabajadores sociales, porque subieron un video a las redes sociales, recreando escenas del Titanic. ¡Nuestro país necesita reinventarse!
Pasando la página de las decisiones burócratas de doble rasero, lo del fiscal, Francisco Barbosa, a quien no conocía cuando fue nombrado, con quien me ilusioné creyendo que sería un tipo de bajo perfil mediático por su trayectoria académica y sin desbalances ideológicos y políticos por la forma unánime como fue electo, pareciera que será peor que sus antecesores, Martínez, Montealegre, Morales o Iguarán. Sólo dos casos de Barbosa como ejemplo: el primero la aparición pública para señalar de corruptos con la palabra “presunta” de por medio, a la gran mayoría de ordenadores locales del gasto en su contratación en la pandemia, solo es un show mediático por demostrar su “presunta” actuación efectiva a favor del erario, pero un daño enorme al buen nombre de funcionarios que no han sido juzgados y una herida de muerte a la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes. El segundo caso, tiene que ver con el Gobernador de Antioquia. De nuevo por “presuntas” irregularidades en una contratación de hace 15 años, la Fiscalía ordenó medida de aseguramiento privativa de la libertad contra Aníbal Gaviria. Caso que sacudió al país mientras se volvía una cortina de humo para intentar bajarle volumen a los audios del Ñeñe y dejaba en evidencia unas cifras escalofriantes de la justicia en Colombia: el 95% impunidad en los casos reportados, el 40% de hacinamiento carcelario y la módica suma de 37,9 billones de pesos, que tiene la justicia colombiana en demandas en su contra por “errores judiciales”. ¡Nuestro país necesita reinventarse!
Y al seguir pasando la página, caemos al capítulo de la opinadera digital, expertos por doquier y crítica a la zoopolítica. En eso nos hemos convertido, en una bodega de comentadores sin pago de cuanto tema nos imponen semanalmente. Esta vez tiene que ver con una medida que el Gobierno Nacional lanzó como una ayuda a los adultos mayores que deseen tener una renta adicional para disfrutar en vida y no quieran dejarle su techo a nadie. Léase bien, a los que quieran. Pero este país polarizado entre guerrilleros, paramilitares y tibios, nos tiene rasgándonos las vestiduras por un programa que no obliga para nada a nadie. Esa polarización tuvo un nuevo condimento esta semana, el sin pecado concebido senador Gustavo Petro, sí, el mismo que recibió dinero para sus campañas en bolsas, sin declarlo, le pidió a la vicepresidenta la renuncia por “no haber hecho público” un delito de su hermano cometido hace 17 años. El problema no es que Petro, haya realizado tal improperio. El problema es que todos hemos caído en la tentación de juzgar de cualquier forma, a Martha Lucia Ramírez, no por sus declaraciones contra los ingenieros de sistemas, las psicólogas y sociólogas y los “atenidos” del gobierno, solo por mencionar sus ultimas salidas en falso. Si no, por un delito que ella no cometió. Los colombianos todos los días criticamos a los políticos de turno, por sus peleas ideológicas por el poder y su falta de capacidad de trabajar por el país sin hacer cálculos políticos y no vemos que nuestra solución, ya está peor que la enfermedad. ¡Nuestro país necesita reinventarse!
