Salud, también seguridad y economía

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Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza

 

Toda persona en el planeta tierra tiene o al menos debe tener derecho a la salud, qué según la OMS, es un estado de bienestar físico, mental y social completo, y no meramente la ausencia del mal o la enfermedad. Es el estado saludable de la persona, su calidad de vida. Estar sano abarcando las múltiples facetas del desarrollo humano; de ahí que la salud mental entrañe un amplio espectro de actividades inherentes con el bienestar mental. Esta pandemia ha incidido gravemente sin duda el concepto integral de salud, correspondiéndole al Estado promover, respetar, proteger, garantizar ese derecho, cumplir con su obligación y ejecutar las medidas mejores de control que eviten su propagación de la pandemia, por los medios adecuados que fueren necesarios.

 

Urge en esta emergencia hacerse a productos y material de salud. No vale en esto mesianismo, autoritarismo, populismo, displicencia, incompetencia, negligencia e ignorancia, como tampoco demoras entre burocracia y tramitología. Sí, una dirigencia ecuánime, activa, atenta, proactiva, lo mismo que una Fuerza Pública responsable, atenta, encargada del orden público en general, centros hospitalarios y de salud, seguridad, camposantos y demás. Recurrir a acciones extraordinarias para atender la emergencia sanitaria, atendiendo a una buena estructura jurídica, a efecto de no quedar rebasados por la realidad ni expuestos a consecuencias peores para la institucionalidad.

 

La seguridad no debe ser materia pendiente que afecte a la población por el aumento de los delitos, debiendo velar por que cedan violencia, delincuencia, narcotráfico, bloqueos, pillajes y saqueos. De igual manera que no se aproveche esta situación para que corrupción e impunidad sigan su ruta y las dependencias de seguridad y de justicia rebasadas a tope.

 

La economía, irremediablemente se estancara, y si bien no es posible aún evaluar el costo económico de la pandemia, pues depende del tiempo de confinamiento y de las medidas gubernamentales en cuanto mantener o cancelar actividades económicas no esenciales y de la capacidad de resistencia de las empresas, siendo de todos modos sombrías las estimaciones, dada la poca producción, el impacto en el número de puestos de trabajo, ingresos familiares y en la capacidad de recuperación económica. El debate está planteado, confinar como la gran solución sanitaria en perjuicio para la economía, o continuar la actividad económica con consecuencias sanitarias y grande costo en vidas humanas, ante ello, la ciudadanía también debe actuar con responsabilidad.

 

Vida o Economía?. Inicialmente juzgo que lo primero y enseguida pensar en cómo recuperar la actividad económica manteniendo la liquidez empresarial y de los trabajadores, medidas fiscales adecuadas, rebaja en algunas tasas, moratoria en el pago de ciertos impuestos, apertura de líneas de crédito avaladas por el Estado para facilitar la financiación de circulante,  evitar despropósitos y gastos innecesarios, entre otras determinaciones por adoptar. rubencaballos56@gmail.com Jurista

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