La historia del por qué es conmemorado el Día de la Virgen María Auxiliadora, inicia con la promesa que el Papa Pío VII le hace en prisión a María, asegurándole que si lograba su libertad, con su llegada a Roma escogería ese día en su honor.
El Obispo gobierna la Iglesia Católica entre 1800 y 1823, coincidiendo con los años de consolidación del Imperio napoleónico.
Con la firma en 1801 del concordato, acuerdo entre la Santa Sede y el Estado, o en otras palabras la rúbrica entre el Pontifice y Bonaparte, se garantizó la paz entre la Iglesia y Francia.
Pero 3 años después en la coronación en Paris como el nuevo emperador, Napoleón sólo Recibió la unción del venerable, porque prefirió colocarse el mismo la corona.
Conforme los años pasaban, así mismo cambiaban las aspiraciones de nuevo jefe romano, fuertes propositos que crecían en contra de la influencia de la Iglesia.
En 1806, el Papa se negó a las exigencias del emperador de sumarse en el bloqueo de Inglaterra, quien arremetió en contra de los Estados Pontificios y de él, encontrándose ya en avanzada edad.
A sus 77 años ya había estado privado de la Libertad en dos oportunidades, la primera en Savona, ciudad italiana y la segunda en 1809 en la ciudad francesa Fontainebleau.
En cautiverio, al encontrarse ya bastante afectada su salud por el sufrimiento y la edad, cambió la suerte de Napoleón y él recuperó su libertad.
Así es entonces, como gracias a este triste acontecimiento, hoy se celebra el solemne día de María Auxiliadora.
Y por si fuera poco, este año se festeja en el día del Señor, también es el primer día de la semana litúrgica.
