Malas intenciones, peores ideas y muchos errores

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Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

Quienes debemos pagar por tener los gobernantes que tenemos somos los votantes y no quienes logran el poder, al saber y poner ellos en práctica en su pesca de incautos, la falsa promesa, la demagogia, el populismo, el engaño, la orquestación de mentiras y demás otras baratas argucias; lo que obliga aceptar y decir compungidos en acto de contricción, que el error es nuestro y no de quien o quienes se alza(n) con el poder, los cuales una vez alcanzan sus propósitos determinan y dictaminan sin que medien consideraciones mayores ni mejores lo que se les antoja, y aceptamos cual borregos; en lo que seguimos teniendo culpa al no ejercer el sagrado control social que nos es propio.

Nos plegamos ante anuncios tales como que más temprano que tarde esto va a cambiar en todas sus aristas y niveles, que habrá ríos de leche y miel, que pobreza y miseria desaparecerán como por encanto, que habrá planes redentores para salvar la crisis económica por la que atraviesa el departamento, que se fomentará productividad y competitividad, que la inseguridad no nos desvelará, que estaremos a la vanguardia en salud, calidad de vida, educación, cultura, lo agropecuario y medio ambiente; que seremos meca del turismo regional, nacional e internacional, lo que atentos escuchamos ilusionados con esperanza, con fe y a la postre, como viene sucediendo en Santa Marta, es solo repetición de lugares comunes y vacíos sin realidades, ante la falta de ejecutorias de transcendencia.

No hay cambio de actitudes en beneficio colectivo. la generación de empleo es nula. Los programas sociales son inexistentes. Y nosotros bien gracias o a duras penas expresamos un tímido desacuerdo o compartimos opiniones en secreto por la manera como se toman decisiones que nos afectan negativamente, con la idea, o esperando diría yo, que de pronto se recapacite respecto de cómo nos están conduciendo; y en eso también pecamos por incautos, así como pensar que el actual gobernador cambiará su talante o al menos convendrá con todos los estamentos departamentales los convenios y estrategias más óptimas que nos lleven a buen y seguro puerto.

Insisto, el problema es inmenso y nuestro, al no hacer lo que debiéramos frente a los autoritarismos que a diario se suceden ante vosotros. No quiero pecar de pesimista, pero el departamento se sigue destruyendo, se socava su democracia, las malversaciones de fondos cunden, la clientela se robustece con descaradas e inoficiosas contrataciones; entre ellas, las de orden mediático encaminadas a apoyar su ya nefasto, como muchos lo califican, proyecto de gobierno, en el que no hay posición que no quiera controlar o ya estén bajo su control absoluto, convirtiéndose los Hospitales en el objetivo inmediato, con masacres laborales a la vista.

Sabemos todos que no hay peor ciego que quien no quiere ver, ni peor sordo que quien no quiere oír. De ahí que importe para todos entender que quien no quiere entender no va a entender. Que la visión de departamento del gobernador no se conviene con la realidad y por ende no obtendremos positivos resultados. Que con autoritarismos salidos de madre no habrá logros algunos. Que sus prioridades de gobierno son mitomanía, megalomanía y no un cambio de opinión que genere soluciones en beneficio comunitario. rubenceballos56@gmail.com *Jurista

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