Por. Xavier Martínez Salah
Quisiera hablar de temas agradables, pero debo ser responsable y priorizar sobre los acontecimientos que se han venido dando a causa de este mortal virus que nos pone a darle golpes en blanco, es de momento un enemigo invisible.
Me preocupa que siendo el Magdalena uno de los primeros departamentos que extremó la medida de confinamiento, incluso antes de que se expidiera el decreto presidencial, hoy ocupemos el deshonroso puesto 7 de contagio en el país, con 8 muertes, y lo peor, con tendencia acelerada a subir.
Si bien es cierto que la principal manera de disminuir el contagio es la de quedarnos en casa, he analizado el modus operandi de la administración local y departamental y da pie para pensar en que hoy una parte de esta problemática es debido a la falta de ayuda de estos dos entes administrativos gubernamentales.
Las entregas de mercados y el suministro de lo básico para subsistir como el agua no están llegando a diferentes sectores del Distrito, la logística (en el caso de Santa Marta), se ha delegado a líderes comunales que en evidencia benefician a unos cuantos de su preferencia, olvidando lo delicado del asunto, en el caso del Departamento, no se mueve nada si no está el Gobernador presente y en los contados municipios en donde han llegado sus colaboradores la logística ha sido un fracaso total… me refiero a las aglomeraciones presentadas en Guacamayal corregimiento de la Zona Bananera, en Pivijay en donde más de 10.000 personas hicieron largas filas sin las medidas de distanciamiento y mucho menos de protección, en donde valga la pena decirlo, se hizo entrega de mercados a muchos que no lo necesitaban y por la falta del trabajo mancomunado con los Alcaldes al no solicitarles un censo actualizado, varias familias recibieron hasta tres donaciones, en Aracataca el desespero del hambre hicieron de un momento de tranquilidad un caos total, tanto que terminaron traspasando las rejas del lugar en donde estaban las ayudas y muchas fueron robadas, el caso más reciente fue en Ciénaga, en donde el señor Gobernador no cumplió con su palabra de seguir el orden que el Alcalde Tete le venía dando a su jurisdicción, quiso entregar mercados a un grupo de venezolanos en un lugar destinado como centro de acopio para entregas a los cienagueros, ocasionando discordias, desorden y aglomeraciones que bien se pudieron evitar.
Lo anterior a desencadenado otra grave pandemia, la del hambre, y esa tiene cura, pero la vacuna sale costosa, salir a buscarla… comida, con trabajo informal y mendigando les costará la vida a muchos.
Claro que todo esto atemoriza, y desde ninguna perspectiva quiero que me tilden de amarillista, soy objetivo y la sensatez me dice que hoy la solución a gran parte del problema le compete sin lugar a dudas al Gobernador y a la Alcaldesa con trabajo que demuestre gestión contundente y no mediática, reajustar la entrega de suministros a la población vulnerable, delegar a personas propias de sus equipos de trabajo para que sin distingo alguno se puedan cubrir las necesidades, y a su vez concientizar a la comunidad de que controlar el virus es responsabilidad de todos.
Ojalá, quienes coincidan conmigo puedan compartir esto que escribo, sólo tiene la sana finalidad de preservar algo tan sagrado que nuestro Dios nos ha dado y es la vida, para quienes hoy por primera vez me leen, quiero que sepan (como lo manifesté hace unos días), que no compagino con escribir en contra de unos para favorecer a otros, es más, ni políticamente hablando nunca ha sido ni será mi actuar. Quiero el bienestar de mi familia, de mis amigos, conocidos y de quien no conozco, la esperanza de pronto volver a saludarnos estrechándonos la mano, dándonos un abrazo o un beso depende de todos.
